sábado, 10 de septiembre de 2011

CINCO GRANDES ORADORES DE LA EDAD ANTIGUA

DEMÓSTENES

Orador y Político griego

Nació en Atenas, en el año 384 a.C. Es considerado como el mejor político y orador de la antigua Grecia. Proveniente de una familia de empresarios ricos. Su padre, Demóstenes de Peania, poseía una fábrica de armas y otra de muebles. A los siete años de edad pierde a su padre, quien designó a dos tíos y a un amigo para que administraran la fortuna familiar. Los tutores no cumplieron con la misión que les había sido confiada, disipando gozosamente la herencia a su cargo y dejando a Demóstenes en la miseria, Áfobo, Demofonte y Terípides abusaron de su patrimonio, por lo que, al acercarse a la mayoría de edad, hubo emprender largos procesos judiciales para conservar algo de su fortuna. Tan pronto como Demóstenes alcanzó la mayoría de edad, exigió una auditoría de cuentas de la gestión realizada por sus tutores. El justo derecho del joven orador fue allí reconocido, pero la herencia había quedado considerablemente reducida. Estos dolorosos conflictos habían empujado a Demóstenes a luchar vigorosamente por sus derechos, contribuyendo al mismo tiempo a la formación de su carácter. El largo proceso, por otra parte, incitó al joven a cultivar el arte oratorio. En consecuencia, Demóstenes había completado en ese período su formación y elegido su vocación: sería orador y político. Inició entonces su formación profesional como abogado, encargándose de causas privadas, dando lecciones y mezclándose en la vida política

Según la biografía escrita por Plutarco, su admiración e interés por la oratoria se habría despertado cuando su pedagogo lo introdujo clandestinamente en la Asamblea, donde fue testigo de una brillantísima autodefensa del estadista Calístrato. Discípulo de Iseo, leyó las obras de Isócrates y ejerció en su primera juventud la profesión de logógrafo. Superó con esfuerzo sus dificultades para la oratoria por medio de ejercicios de declamación. Sus primeros discursos fueron judiciales, cuando trabajaba como abogado redactando textos para su uso en pleitos particulares. Allí es donde entra en contacto con la política, pero recién en el 354 a.C. comenzó con la oratoria de sus primeros discursos de esta índole, principalmente a la oposición de la expansión del reino de Macedonia hacia el sur.

A partir del año 354 a.C. intervino en asuntos políticos y se hizo famoso por sus discursos. Entre los primeros destaca Para los megalopolitanos, que atrajo la atención de los atenienses sobre el peligro que representaba el poder de Esparta. Denunció la ambición de Filipo de Macedonia en las famosas Filípicas, discursos pronunciados durante un largo proceso en la asamblea ateniense. Es en las Filípicas donde se inicia la oratoria mayor de Demóstenes.

La serie se inicia con la Primera Filípica (349 o 351), un enérgico llamamiento a los atenienses. Entre 349 y 348, cuando Atenas concertó una alianza con la Calcídica para luchar contra Filipo, pronunció las tres Olintíacas, en que urgía a los atenienses a ayudar a Olinto; ello no evitó, sin embargo, la destrucción de la ciudad aliada. Demóstenes, que en 346 formó parte de la embajada enviada para tratar la paz con Filipo, pronunció en 344 otro llamamiento contra las pretensiones del rey de Macedonia en la Segunda Filípica. Tres discursos del año 341 dan testimonio de su máxima actividad como orador: la Tercera y la Cuarta Filípica y Sobre la situación del Quersoneso, una de las obras maestras de su oratoria.

En el 340 a.C. dejó la oposición y pasó a ser jefe del partido dirigente. A lo largo de la década siguiente intentó ser coronado por sus méritos cívicos, pero Esquines se opuso a su propuesta y Demóstenes terminó siendo condenado al exilio. La hostilidad entre ambos oradores culminó en 330 ac. en un gran proceso político. Demóstenes respondió triunfalmente con su discurso Por la corona. Esta demolición del adversario e inteligente apología de la propia actuación política está considerada la obra cumbre de su oratoria. Aprendió retórica estudiando discursos de oradores anteriores y su interés por la elocuencia son debidos en especial a su preceptor, que lo llevó a muy temprana edad a escuchar a Calistrato, orador de gran reputación en la antigua Grecia. Allí fascinado con la gloria y admiración que despertaba el mencionado, comenzó a practicar para llegar a ser un orador que despertara admiración como Calistrato

Tras la muerte de Alejandro Magno (323 a.C.), Atenas, Argos y Corinto se sublevaron contra la hegemonía macedonia. Demóstenes regresó a su patria y fue acogido triunfalmente, pero la derrota naval en Amorgos y la terrestre de Cranón dieron al traste con los sueños de los sublevados.

Aunque Demóstenes fue ante todo un hombre de acción, que luchó para que Atenas recobrase la hegemonía y contuviera el avance de Filipo, la posteridad lo ha ensalzado siempre como brillantísimo orador. La fuerza de sus discursos (de los que se conservan unos setenta) y la precisión de sus argumentos, con pocas figuras retóricas, le otorgan una originalidad excepcional. Como otros maestros de la prosa, Demóstenes pone especial cuidado en la estructura rítmica al final del período; ya en los comentarios de la Antigüedad se destacaba que la eficacia de su oratoria reside, en gran parte, en el ritmo.

Alrededor del año 322 AC, fue acusado de malversación de fondos y encarcelado, pero logró fugarse. Demóstenes fue condenado a muerte por contumacia y en 322 AC huyó a la isla de Calauria, donde se refugió en el templo de Poseidón. Cuando llegaron a buscarlo, se suicidó aspirando veneno para no caer en manosdel confidente de Antípatro, quien sería el sucesor en el reino macedonio tras Alejandro. Sus reconocimientos fueron muchos, principalmente de los romanos, entre ellos Cicerón lo elogia diciendo que era “el orador perfecto, al cual no le falta nada” y en mi opinión, tras leer sus discursos, no estaba tan equivocado…

Demóstenes fue sepultado primero en Calauria y cuarenta años más tarde en Atenas. Se le erigió una estatua con este epitafio. "Si tu fuerza, Demóstenes, hubiera sido igual a tu genio, Grecia no habría jamás debido inclinarse ante sus vencedores"





Marco Tulio Cicerón

Orador, político y filósofo latino.

 Nació en Arpino, actual Italia, 106 a.C. Fue Orador, político y filósofo latino. Perteneciente a una familia plebeya de rango ecuestre, desde muy joven se trasladó a Roma, donde asistió a lecciones de famosos oradores y jurisconsultos, se destaca como un gran orador en momentos en que Grecia atraviesa por una crisis política. El primer educador es su propio padre y luego se hace discípulo de los grandes oradores. Dada su precocidad, a la edad de 16 años es un erudito en los problemas de su país; recibe la distinción de la Toga Blanca de la Virilidad. Estudia con Molón de Rodas, que se convierte en el maestro con notable influencia posterior, sobre todo en la retórica. Son dos los casos que le dieron fama: el primero es la defensa de Quintio, y el otro es el famoso caso de acusación de parricidio cometido por Roscio, personaje político muy conocido en esa época.

Finalizada la guerra civil (82 a.C.), inició su carrera de abogado, para convertirse pronto en uno de los más famosos de Roma. Posteriormente, se embarcó rumbo a Grecia con el objetivo de continuar su formación filosófica y política. Abierto a todas las tendencias, fue discípulo del epicúreo Fedro y del estoico Diodoto, siguió lecciones en la Academia y fue a encontrar a Rodas al maestro de la oratoria, Molón de Rodas, y al estoico Posidonio. De vuelta en Roma, prosiguió su carrera política, y en el lapso de trece años consiguió las más altas distinciones. Empezó como cuestor en Sicilia en el 76 a.C., y en el 70 a.C. aceptó defender a los sicilianos oprimidos por el antiguo magistrado Verres, para quien sus alegatos (Verrinaes) supusieron la condena, lo cual lo hizo muy popular entre la plebe y contribuyó a consolidar su fama de abogado. Decidido partidario del republicanismo, admitía la necesidad de un hombre fuerte para dotar de estabilidad al Estado, figura que reconocía en Pompeyo; sus simpatías por él, sin embargo, no fueron siempre correspondidas. Su carrera política fue fulgurante: en un año fue elegido edil, en el 66 a.C. pretor, cargo desde el que propulsó un acercamiento entre caballeros y senadores (concordia ordinum), y dos años después obtuvo la elección de cónsul del Senado. Desde esta posición, hizo fracasar la reforma agraria propuesta por Rullo, hizo frente a los populares, liderados por Craso y César, y llevó a cabo una de las batallas más dramáticas y peligrosas de su carrera: su oposición a la conspiración de Catilina. Derrotado en las elecciones, éste se disponía a promover levantamientos para instaurar una dictadura. Los cuatro discursos (Catilinarias) pronunciados por Cicerón ante el Senado a fin de conseguir la ejecución de los conspiradores constituyen la muestra más célebre de su brillante oratoria, de gran poder emotivo.

Sin embargo, su actuación acabó por significarle el exilio años más tarde, cuando Clodio, elegido tribuno de la plebe (58 a.C.) gracias a César, consiguió el reconocimiento de una ley que sancionaba con la pena de muerte a todo ciudadano romano que hubiera hecho ejecutar a otro sin el previo consentimiento del pueblo. Tras buscar, sin éxito, el apoyo de Pompeyo, Cicerón marchó al exilio. Regresó a Roma apenas un año y medio más tarde, pero para entonces su carrera política estaba prácticamente acabada, situación que pareció hacerse definitiva con la dictadura de César (48-44 a.C.). Sólo cuando éste fue asesinado, Cicerón volvió a la escena política para promover la restauración del régimen republicano. En un principio, mientras Marco Antonio aún no se había afianzado en el cargo, gozó de cierto poder y consiguió la amnistía para los asesinos de César, pero apenas aquél se sintió seguro, Cicerón se encontró con una fuerte resistencia, a la que hizo frente verbalmente con las catorce Filípicas. En vano intentó entonces aliarse con Octavio, hijo de César, contra Marco Antonio: tras la batalla de Módena, Octavio se reconcilió con Marco Antonio y unió sus fuerzas con las de éste y con el ejército de Lépido para la formación del segundo triunvirato (43 a.C.). Ese mismo año, Cicerón fue apresado y ejecutado. Formado en las principales escuelas filosóficas de su tiempo, mostró siempre una actitud antidogmática y recogió aspectos de las diversas corrientes. La originalidad de sus obras filosóficas es escasa, aunque con sus sincréticas exposiciones se convirtió en un elemento crucial para la transmisión del pensamiento griego. Al final de su De Republica contrasta su probabilismo con una exaltación religiosa de signo neoplatónico. Como literato, se convirtió en el modelo de la prosa latina clásica, con un estilo equilibrado y de largos y complejos períodos, aunque perfectamente enlazados (De divinatione).

Murió asesinado en Formies, id., 43 a.C.

Obras:

             Discursos:

             Verrinaes ( h. 70 a.C.)

             De lege agraria (63 a.C.)

             Catilinarias (Catilinam orationes, 63 a. C.)

             Filípicas (In M. Antonium orationes Philippicae, 44 a. C.).

             Tratados:

Sobre la retórica (De oratore, 55 a.C.)

             Sobre la República (De Republica, 54-55 a.C.)

             Sobre las leyes (De legibus, 52 a.C.)

             Cato maior (46 a.C.)

             Sobre la vejez (De senectute, 46 a.C.)

             Sobre la adivinación (De divinatione, h. 45 a.C.)

             Sobre la amistad (Laeleius o De Amicitia, 45 a.C.)

             De finibus bonorum et malorum (45 a.C.)

             Hortensius (45 a.C.)

             Sobre la naturaleza de los dioses (De natura deorum, 45 a.C.)

             Sobre el deber (De officiis, 44 a.C.).



Citas:

             «No se puede decir nada tan absurdo como para que no haya sido dicho por algún filósofo.»











Isócrates

Orador ateniense

(436-338 a.J.C.)  Orador ateniense, oriundo del demo ático de Erquia, donde su padre poseía un taller para fabricar flautas. Gracias a la buena situación económica de su familia, Isócrates pudo disfrutar de una excelente educación. Durante su estancia en Tesalia, Isócrates tuvo por maestro a Gorgias, cuya doctrina logró cautivarle. Cuando la fortuna de su padre comenzó a flaquear a causa de los sucesivos conflictos bélicos, Isócrates tuvo que ganarse la vida como logógrafo, es decir, escribiendo discursos judiciales para otros, algo que él negó mucho más tarde (en este aspecto existe una fuerte polémica entre las diferentes fuentes que informan sobre la vida de este maestro de retórica).

Pero escribir discursos judiciales para otros no era el mejor medio para ganar renombre como orador, algo que quedaba para los grandes discursos políticos. Sin embargo, a Isócrates le faltaba para ello voz y atrevimiento; por eso, su vocación y su excelente conocimiento de la retórica le llevaron a desarrollar un nuevo concepto de este arte, pues llegó al convencimiento de que por medio del texto escrito, destinado a la lectura o a la recitación, era posible influir sobre las opiniones del público.

Sin embargo, fundó el año 392 a. C.  una importante escuela de oratoria  que se hizo muy famosa, no sólo por la eficacia de su instrucción, sino también por el hecho (emanado de su formación socrática y platónica) de incluir en su plan de estudios la educación ética del ciudadano, en lo que se distinguió claramente de sus principales competidores, los sofistas, cuya falta de referentes éticos atacó. La finalidad de esta reforma educativa era en el fondo propiciar una regeneración política, pues Isócrates perseguía la unificación de Grecia como única forma de evitar la invasión de los persas (es la idea central de su famoso Panegírico, compuesto el año 380 a. C.). El ciclo de estudios de su escuela duraba entre tres y cuatro años y la relación que sostenía con sus estudiantes era íntima y afectuosa, en lo que ayudaba su reducido número (un máximo de nueve) para ejercer una influencia directa en cada uno y dedicar todo el tiempo posible a su formación como hombres políticos. Su propósito era recuperar el esplendor de la cultura griega impulsando por medio de la educación una nueva cultura (paideia) con la intención de reformar la ciudad-estado por medio de sus futuros líderes. Éstos, como factor multiplicador, actuarían como los guías y educadores del resto de la ciudadanía, como única forma de consolidar instituciones fuertes y políticamente tan sanas como los ciudadanos que las formaran; esta fue la semilla del posterior humanismo  occidental. En un principio, Isócrates puso sus esperanzas de regeneración en el proyecto político de Filipo II de Macedonia. Su estilo es fluido, de frase compleja y abundante en antítesis. Educó a los oradores Hipérides, Iseo y Licurgo; sus enseñanzas son también patentes en oradores posteriores como el griego Demóstenes o el romano Cicerón. Isócrates desaprobaba la filosofía platónica diciendo: "yo desapruebo la paideia llegada a nuestros días, a saber la geometría, la astronomía y la discusión de cuestiones litigiosas. La joven generación encuentra en esto un gran placer. En los ancianos nadie lo sentirá más que como algo insoportable.". Lo importante de Isócrates es la influencia que ejerció no solo en su tiempo, sino en los posteriores.

Falleció víctima de un ayuno voluntario en protesta por la pérdida de la independencia de Grecia el año 338 a.C. Se conservan de él 21 discursos y 9 cartas.

Gorgias

Orador Griego

Nació en la Magna Grecia (en Leontino, Sicilia) y si bien se establece su fecha en el 485, es un estimativo entre el 500 y el 483. Allí supuestamente fue alumno del también siciliano Empédocles. Se formó en retórica  con Kórax y Tisias, fundadores de la disciplina. Se sabe que viajó mucho durante su larga vida, trabajando en varias ciudades griegas, enseñando y practicando la retórica; finalmente se instalará en Atenas en el año 427 aC., causando gran sensación con su oratoria, como jefe de una embajada de su ciudad, por lo que fue llamado Gorgias de Leontino, a la edad de 60 años. Gorgias profesó con gran maestría la retórica, a la que consideraba como ciencia universal. Negaba ser maestro de virtud pero prometía hacer hábiles en hablar a sus discípulos. Según se cuenta, una de sus actividades cotidianas consistía en acudir a lugares públicos, donde defendía encarnizadamente una tesis relativa a una cuestión cualquiera; una vez derrotados y convencidos sus interlocutores, comenzaba a defender la tesis contraria, hasta doblegar nuevamente a quien interviniese en la disputa, y así sucesivamente se contraargumentaba una y otra vez, haciendo gala de su retórica. Fue maestro de Tucídides, Agatón, Isócrates, Critias y Alcibíades. Como retórico, Gorgias fue de los primeros en introducir la cadencia en la prosa y en utilizar lugares comunes en los argumentos. Las obras de las que nos han llegado fragmentos son: Sobre la naturaleza o sea del no ser, Elogio a Elena y Apología de Palamedes.

Según Platón  en su Gorgias seu de Rethorica, Gorgias define su arte como arte oratorio y afirma que está dispuesto a formar en tal arte a todos aquellos que quieran. Se vanagloriaba de haber contestado a cuantas cuestiones se le habían propuesto, ofreciéndose después a verificar lo argumentado. Cabe destacar que a diferencia de lo que ocurre en el diálogo Protágoras (cuyo protagonista es el también sofista Protágoras), donde sus posturas son presentadas de modo respetuosas, en el Gorgias de Platón, el sofista aparece con unas tesis muy débiles que son fácilmente rebatidas por Sócrates que lo deja en ridículo, como sin posibilidad de defender de modo alguno sus posturas. Forma parte de la primera generación de sofistas junto con Protágoras  con quien compartió el presupuesto básico de su filosofía: el relativismo  y el escepticismo. Nos movemos en el mundo de la mera opinión, siendo la verdad para cada uno de nosotros aquello que nos persuade como tal. La retórica es la técnica de la persuasión, y el sofista, el maestro de la opinión.

Murió en Tesalia, el año 380 a.C. con alrededor de 105 años.





Julio Cesar

Orador y político latino

Cayo Julio César nació en el 100 a.c., hijo de Julio César y Aurelia nació bajo uno de los apellidos más influyentes de la historia de Roma "los Julios", se creían descendentes directos de Eneas fundador del Lacio y por lo tanto descendientes mismos de la Diosa Afrodita.

Su padre perteneció al senado y su madre Aurelia una mujer de gran belleza y de fuerte personalidad independiente se convirtió en su mayor partidaria y consejera. El tío de Julio César fue Mario (casado con su tía Julia, hermana de su padre) uno de los mayores generales de la historia que luchó contra Sila en la primera guerra Civil, Cayo creció por lo tanto con las historias de su tío  viviéndolas en primera persona puesto que Mario murió cuando Cesar contaba con 14 años. Cayo creció en el barrio del Subura, uno de los más pobres de Roma, eso le permitió establecer cierta relación con la gente llana de la plebe, algo que le permitiría ganarse la aceptación de éstos y conocer en primera persona las necesidades de una Roma menos favorecida.  Cayo creció con la esperanza de llegar a ser un gran general, pero fue nombrado Flamen Dialis (equivalente a máximo sacerdote al culto de Jupiter Optimus Maximus) por orden de su tío Mario, y eso le impedía ostentar otro cargo público para la ascensión de su carrera militar.

Cayo se casó con la hija del cónsul Cinna, llamada Cornelia, con la que tuvo su única hija legítima Julia, pero cuando Sila ganó a Mario y posteriomente se enfrentó a Cinna, haciéndose dictador de Roma, avisó a Cayo que debía separarse de ésta o se vería obligado a matarle. César, que ya empezaba a despuntar por su orgullo y su "dignitas" se negó en redondo, Sila le despojó del cargo de Flamen Dialis, y temiendo por su vida y la de su familia se exilió durante un tiempo.   Al cabo del tiempo Sila le perdonó la vida y César ya despojado de su cargo de Flamen Dialis volvió a Roma para iniciar lo que tanto ansiaba, su carrera política y militar.

César había vuelto a Roma pero necesitaba prestigio y dinero para comenzar su carrera, lejos de Sila le quedaba una opción, alistarse en las filas con destino a Asia Menor, allí empezó como un simple soldado a ganarse las simpatías de las legiones, su afán de superación y su percepción de un destino que le esperaba le hacían tener una seguridad en sí mismo que contagiaba a sus compañeros, así pues, se le asignaron diversos trabajos en los que destacó de una manera muy notable, con 22 años a Julio Cesar se le asigna la primera corona laureada por su valentía y triunfo en una de las batallas . A cada trabajo más difícil, César despuntaba con una genial idea, así su superior le obligó a que consiguiera 300 naves en un plazo limitado de tiempo, César lo consiguió obligando al rey de Bitinia mediante argumentaciones. La amistad con este Rey se forjaría durantes los siguientes años, algunos malintencionadamente intentaron desprestigiar la carrera de César asegurando que las naves las entregó a cambio de un "affaire" con el propio César. No obstante lejos de esos comentarios, César consiguió su propósito. A la muerte de Sila, a César se le abrió el camino del senado en Roma, por lo que volvió para hacerse un sitio en la escalada al poder.

En el 61 a.c César es nombrado gobernador de la Hispania Ulterior, después de hacer una magnífica labor regresa a Roma después de un año. Por aquel entonces César tiene como a máximos rivales a la sección de Catón el Joven y a Bíbulo entre otros que ven en él a alguien con mucho potencial que puede hacer peligrar la república, éstos hacen intentos por derrocar su reputación y apartarlo de la política romana, pero nada sale bien, César continúa...

Durante esta época César iba escribiendo sus notas y cartas al senado explicando los éxitos de Roma, eso le procuró un respaldo mayoritario de la plebe que adoraba ante todo las hazañas de su mayor general, pero eso tenía una doble cara porque si bien la plebe estaba pletórica con sus éxitos, el senado y en concreto Pompeyo Magno, cónsul único en ese año, urdían una trampa que consistía en lo siguiente: Para ser nombrado cónsul se debía estar en Roma para solicitar el cargo, debido a que César estaba en las Galias no podía ser nombrado como tal, por lo que solicitó a Pompeyo que se le renombrara cónsul "in absentia" (en ausencia), pero lejos de hacer esto Pompeyo y  demás senadores de su simpatía firmaron una ley por la cual una vez concluyera su consulado en Marzo, debería volver a Roma despojándose de su "imperium" y sus legiones, yendo en su lugar otros gobernadores nombrados desde Roma. Esto significaba que una vez que César volviera a Roma le podrían acusar de traición o de cualquier otra causa, condenándole al exilio, esa era una manera muy "legal" de eliminarlo de la política romana.

César se casó por tercera vez y adoptó a su sobrino Octavio, ya que César no tuvo hijos legítimos varones, eso permitió que a la muerte de César se consolidase el periodo imperial que se iniciaría con la llegada de Octavio más conocido como Augusto. Los grandes discursos y reformas que promovía le valieron la enemistad del senado por intereses particulares a los que el César iba perjudicando.

Cayo Julio César a su vuelta de Egipto continuaba siendo uno de los hombres más odiados por lo que en los idus de Marzo del 44 a.C (15 de Marzo), cuando era cónsul con Marco Antonio, una fracción del senado representada por Casio y Bruto, le asesinaron a cuchilladas.








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