sábado, 10 de septiembre de 2011

El instinto de estar bien informado

EL INSTINTO DE ESTAR INFORMADO

El ser humano desde los orígenes de la historia ha estado pendiente de los acontecimientos que se daban a su alrededor y el texto mismo lo menciona, pues era el instinto de estar informado, ¿pero por qué razón?, el ser humano necesitaba estar al corriente de los hechos que se daban a su alrededor para sentirse seguro, además el intercambio de información permitía fortalecer las relaciones entre los clanes, hordas y ciudades; prueba de esto también es de la existencia de los embajadores en aquellos tiempos, y en los nuestros también por cierto, los cuales comunicaban a sus monarcas de los incidentes que sucedían en el país en el que estaban y asimismo al que representaban. Pero estaba mucho más que la seguridad y el fortalecimiento de las relaciones diplomáticas en juego: estaba también en juego la unidad de los pueblos.

Además fueron los romanos que le daban un toque más humanístico a las noticias, pues las transmitían a través del Acta Diurna, en la que figuraban las disposiciones del senado y la agenda del imperio.

Pero ahora las noticias no sirven para unir a las masas, sino que se la manipula para destruir, en el contexto en el que ahora vivimos, (Elecciones Presidenciales, por cierto) propagan noticias de que entre ellos (políticos) se mandan insinuaciones, insultos e improperios, los cuales la prensa utiliza para generar conflictos y así hacer noticia.

Por eso mis propuestas son las siguientes:

-       No deshumanizar la profesión, el periodista debe de generar opinión a través de las entrevistas que hace al aire, y no sólo eso sino que debe de buscar consenso, no discrepancias.

-       Hacerles dar cuenta a los periodistas empíricos, que la esencia del periodismo no es sólo informar; sino también formar para bien.

-       Realizar encuestas para determinar si la población está contenta con nuestra función y pedir sugerencias al aire, para demostrar que los escuchamos y aplicar las mejores propuestas.

-       Al poseer el instinto de estar informado (no sólo la población, sino también nosotros) debemos de buscar unir, no incitar la desunión a través de los informativos que demos.

-       Utilizar nuestro olfato periodístico para determinar lo que en verdad es noticia y lo que no es, para evitar confrontaciones.       

¿Qué es la semiótica?

Nada, en esta vida, se limita a tener tan sólo su inaccesible sentido literal; todo flota en el vacío de un espacio potencialmente infinito de interpretaciones posibles. Así, y por consiguiente, nada puede ser interpretado según la utopía de un sentido autorizado, definido, original y final.

UMBERTO ECO



INTRODUCCIÓN A LA SEMIÓTICA

La semiótica se define como la disciplina que intenta explicar las relaciones sociales desde el punto de vista significativo, al igual que la idea de sentido y significación que pueden derivar a partir de ciertos comportamientos comunicativos.

 Hasta la aparición de la semiótica, la investigación en el campo de la producción del sentido y significación se limitaba a estudios parciales en los cuales se intentaba dar respuesta al problema de cómo se produce el sentido a través de los textos y signos. Fue a finales del siglo XX, cuando las ciencias humanas dispersas hicieron un esfuerzo por sistematizar los métodos de trabajo. A partir de este momento el estudio de la significación y conocimiento se volvió multidisciplinar, para posteriormente cobrar el nombre de semiótica o semiología.

La pretensión de semiótica consiste en aclarar un sistema de mecanismos por medio de los cuales  se efectúa la comunicación y creación de relaciones con el mundo.

La base de la semiótica es el signo. Según la RAE, un signo es un objeto, fenómeno, acción material que natural o convencionalmente representa o sustituye a otro objeto, fenómeno o acción. Para Saussure un signo es la unión de un significado con un significante, en cambio para Peirce el signo  tiene una composición triádica: se fundamenta en un objeto, representamen e interpretante. Un mismo signo puede jugar varios papeles al mismo tiempo: una imagen puede representar algo, expresar algo, referirse a su propio carácter material, aludir a algo, ser una metáfora o un constituir otro tipo de signo indirecto. Puesto que la semiótica se interesa en encontrar reglas y regularidades generales, intenta describir estos fenómenos como funciones genéricas en una cierta clase de sistema. Los signos no tienen límites, pueden ser cualquier cosa que tenga significado, median las relaciones e interacciones humanas. Todo lo que percibimos del mundo nos llega en forma de estímulos infinitos, de los cuales retenemos tan sólo lo que es pertinente para nosotros. La pertinencia es resultante de un proceso que consiste en pasar los estímulos por un filtro de significados, cuyos límites marca cada cultura. Todo ello pertenece a la economía de existencia.

Según ello, la semiótica estudia todos los procesos culturales como procesos de comunicación. Es una ciencia ambiciosa que en su planteamiento pretende desvelar las claves de las maneras de conocer y actuar del ser humano.

Los orígenes de la semiótica se encuentran en la pregunta: cómo comprendemos la realidad. El estudio de la significación se ha concretado en 3 líneas fundamentales del trabajo:

-         Semiótica teórica: se ha ocupado de definir conceptos básicos de la semiótica, como: signo, sistema, sentido, paradigma, código, sintagma.

-         Semiótica descriptiva: se ha ocupado de clasificar y describir los sistemas comunicativos. Es fundamentalmente taxonómica: ordena y segmenta, tratando de describir frases, actos lingüísticos, imágenes.

-         Semiótica aplicada: es interdisciplinar, aplica conceptos teóricos definidos por la semiótica teórica y descriptiva a textos concretos.

En fin, como dice Pablo Mora, el sujeto de la semiótica, resultado de la segmentación histórica y social del universo, se presenta como un modo de ver el mundo, en cuanto una forma, manera de segmentar el universo y asociar unidades expresivas con unidades de contenido, a partir del hacer y deshacer de concreciones histórico-sistemáticas. La semiología investiga el proceso de creación o semiosis como real sujeto, como el proceso por el que los individuos comunican y los sistemas de significación hacen posible los procesos de comunicación.

LOS OBJETIVOS DE LA SEMIÓTICA: BREVE RECORRIDO HISTÓRICO

La semiótica encuentra su razón de ser en la aplicación que el análisis de contenido puede hacer de sus descubrimientos y en los resultados que su desarrollo puede ofrecer al análisis de la cultura de masas. El nacimiento de la semiótica no puede situarse mucho más allá de los primeros años de nuestro siglo. Además, no se trata del nacimiento de una sola ciencia, sino de diversas escuelas con métodos y objetivos distintos.

Destacan dos importantes escuelas que han tardado 50 años en conocerse. En primer lugar, destaca la norteamericana representada por Charles Sander Peirce, y en segundo lugar, la europea de Ferdinand de Saussure. Entre 1931 y 1935 se publica la obra de Peirce Collected papers, con la que se puede decir que inicia la semiótica como ciencia independiente. Unos años más tarde, en 1938, Charles Morris publicaba Foundations of the theory of signs, Languaje and Behaviour, revisada de un trabajo escrito en 1940.



FERDINAND DE SAUSSURE Y SU PROFECÍA

En Europa, y de un manera paralela, Saussure imparte los cursos de lingüística general en ginebra. S. Bally y A. Sechehaye serán discípulos suyos y los encargados de publicar en 1916 el famoso Curso de Lingüística General, obra maestra de la Semiótica actual. La preocupación fundamental de Saussure es la de interpretar la lengua dentro de un marco que le permita descubrir su auténtica naturaleza, su especificidad, puesto que la lengua hablada no puede entenderse bajo ningún concepto como un fenómeno aislado. Y ya lo dijo el propio autor: "Si se quiere descubrir la verdadera naturaleza de la lengua, debemos empezar por considerarla en lo que tiene en común con los otros sistemas del mismo orden".

Esta circunstancia de la que habla Saussure y que tienen en común los sistemas del mismo orden no es otra que el papel que desempeñan los signos en la vida social. La lengua se distingue de los sistemas del "mismo orden" por su cualificada importancia. Según Saussure, "la lengua es un sistema de signos que expresan ideas distintas, y por eso comparable a la escritura, al alfabeto de los sordomudos, a los ritos simbólicos, a las formas de cortesía, a las señales militares, etc. Sólo que es el más importante de todos estos sistemas".

Esta frase supuso pues el inicio de un proceso de investigación del que forman parte una serie de lingüistas que compartían el estudio de estos sistemas  con el de este sistema "más importante".

La semiología, esta ciencia inexistente para Saussure, pero que ya tiene derechos adquiridos, encontrará, y de hecho lo está consiguiendo, su plena realización en el seno de los mensajes de la comunicación de masas, cuya importancia en la vida social es incuestionable.

Pero gracias a las enseñanzas de este lingüista ginebrino se ha descartado el viejo criterio según el cual se une una "cosa" a un "nombre". Esta relación nunca se produce con tanta simplicidad. El signo, unidad central de toda la aportación semiológica del Cours, es una entidad constituida por dos elementos de la naturaleza psíquica, que son el "concepto" y la "imagen acústica". El significado y el significante. En todo signo no se encuentran entonces unidos un "nombre" y una "cosa", sino estas dos entidades que acabamos de citar.



En cuanto al Cours, debemos decir que su aportación a la teoría de los significados es más bien escasa. De él podemos deducir el concepto, la componente semántica del signo, cuya relación con "las cosas" queda aún por definir. Sería aberrante decir que la noción saussuriana de concepto equivale a la clásica de la lógica aristotélica, pero la laguna se encuentra en torno a las relaciones entre este "concepto" y la realidad extralingüística o extrapsicológica, que tendrá repercusiones evidentes en la pobreza que toda la investigación europea presenta en el campo del análisis del contenido. De hecho, la falta de sistematización en torno a la problemática semántica ha sido una de las  limitaciones más importantes de la moderna ciencia del lenguaje, también de las aproximaciones a la comunicación de masas.

La segunda cuestión que delimita Saussure respecto a la cuarta componente del signo, "la imagen acústica", el "significante", es que no se trata del sonido material, cosa puramente física, sino de su impresión psíquica, la representación que de ella dan nuestros sentidos. La "imagen acústica" no es una entidad físico- material, sino la impresión física que una realidad de este tipo deja en nuestra mente. Saussure explica esto con un ejemplo: el carácter psíquico de nuestras imágenes acústicas aparece claramente cuando observamos nuestra lengua materna. Sin mover los labios ni la lengua, podemos hablarnos a nosotros mismos. Por esta razón, Georges Mounin incluye a Saussure en los esquemas mentalistas de la época.

Para Saussure, la realidad extrapsicológica que constituye el correspondiente universo expresivo, es un conjunto combinable de sonidos. El signo forma parte del proceso de comunicación, y para el receptor los "sonidos" recibidos son el resultado de la traducción de un complejo sonoro (físico material) a una imagen acústica (entidad de naturaleza psicológica). Por otra parte el término "significante" es insuficiente para designar esta duplicidad que se ha puesto de manifiesto. La "imagen acústica" se traduce a un sonido  determinado capaz de afectar los sentidos del receptor, el cual, a partir de esta recepción, inicia una traducción a la inversa, es decir, del complejo sonoro recibido a la imagen acústica.

Saussure solo habla de un modelo de entidad físico- material capaz de afectar a nuestros sentidos: el modelo propio del lenguaje verbal, de los sonidos. Ahora bien, en la perspectiva semiótica, estas entidades físico- materiales pueden ser de  diferentes naturalezas y afectar de este modo a distintos sentidos y a nuestras distintas capacidades perceptivas. La naturaleza de estas entidades no ha de ser necesariamente fónica (susceptible de ser reconocida auditivamente y traducible a una "imagen acústica"), puede ser traducida a una imagen visual, susceptible de ser traducida a una "imagen visual", así como a cualquier otra naturaleza físico- material: táctil, gustativa, olfativa, y por tanto, traducible a una "imagen táctil, gustativa u olfativa" respectivamente.

Esto resulta evidente desde nuestra perspectiva, en lo que se refiere a la pluralidad audiovisual, como es en el caso del sistema de semas del cine y la TV. Respecto a esta última deberíamos tener en cuenta la existencia de los siguientes componentes: Sistemas icónicos (imagen en movimiento, imagen fija, diversos gráficos, símbolos, letras.; sistema musical; sistema hablado, y considerar también las múltiples posibilidades combinación.

Incluso en los medios de comunicación que se dirigen a un solo sentido, podemos observar una importante serie de combinaciones. En la prensa. Por ejemplo, se debe resaltar la existencia de titulación, el recuadro, el tipo de letra, la fotografía, los diversos gráficos, etc. Por eso, situados en este punto, podemos abandonar la noción de imagen acústica, sólo válida para el lenguaje verbal, y sustituirla por la noción más amplia de imagen sensorial, capaz de interpretar la percepción de cualquier tipo de entidad físico- material. En semiótica ya no podremos hablar sólo de sonidos, sino más bien de "materialidades", ya sean del tipo que sean, captables por cualquier sentido.

De esta manera, será tarea de la semiótica elaborar un catálogo de estas materialidades, diseccionar los elementos expresivos y estudiar sus posibles combinaciones.



ERIC BUYSSENS Y LA NATURALEZA ESPECÍFICA DEL HECHO SEMIÓTICO

Buyssens es un gran teórico que prácticamente se puede considerar heredero de Saussure. En su obra Le language et le discours. Essai de linguistique fonctionelle dans le cadre de la Sémiologie, aparecida en 1943 y reeditada en el 67,  afirma que la semiología puede definirse como " el estudio de los procesos de comunicación, es decir, de los medios utilizados para influir a otro y reconocidos como tales por aquel a quien se quiere influir".

Se rompe así con una confusión presente en toda la semiología que nosotros hemos conocido y que según Mounin, sería imputable a la semiología barthiana "a causa de las cuales confunde, o corre el peligro d confundir a cada momento la interpretación de determinados indicios con la decodificación de los signos".

La semiótica se ocupará de acciones, procesos de comunicación, explícitamente destinados a influir en otros en otro (receptor) y reconocidos como tales por este. Frente a estos objetos propiamente semióticos Buyssens presenta los indicios que, aunque puedan ser interpretados y reconocidos, no constituyen, propiamente, hecho semiótico.

En el lenguaje cotidiano decimos que los hechos hablan cuando en realidad deberíamos decir que los hechos son indicios, pues no comunican, sino que están provistos de significación. Por lo tanto, establecida esta primera división, parece claro que la semiótica puede prescindir de todo un conjunto de mal llamados signos -deberían llamarse indicios- y ocuparse solo de los procesos intencionados, y recibidos por los receptores como tales. Los mensajes de la comunicación de masas deberían inscribirse en este marco, pues encontrarían su interpretación como procesos de comunicación y consecuentemente, como medios de manipulación.

El propio libro de Buyssens nos da algunos ejemplos de esta complicación. Cuando una persona se viste elegantemente para "comunicar" prestigio, escoge una forma de hacerlo que no sea una comunicación, sino simplemente un indicio. El emisor se acoge a un indicio porque este puede resultar más eficaz que cualquier información narcisista en torno al propio prestigio.

Una de las cuestiones que más ha embrollado al campo de la investigación semiótica, ha sido la confusión existente en torno a la naturaleza sémica de los mensajes artísticos. Según Buyssens, "las artistas desean una comunicación de sentimientos con el público; el arte responde a un deseo de manifestar, de exteriorizar los sentimientos estéticos. Establecida la primera distinción, queda por resolverlas posibles mutuas interrelaciones entre estos procesos y los procesos semiológicos" En este punto, Byssens demuestra ser ambiguo aunque sugerente: "Es necesario atribuir al arte un lugar bien curioso entre los hechos sémicos: está esencialmente condicionado por el deseo de manifestarse; su carácter sémico es secundario". Por esta razón uno de los problemas fundamentales de la semiótica de la comunicación de masas consistirá en establecer la naturaleza de estos y otros paralelos caracteres secundarios.

Sea cual sea la naturaleza de los sistemas de expresión, la función podrá delimitar su carácter sémico. Existen unos sistemas de expresión que por su relación con procesos conscientes constituyen, prioritariamente, el universo sémico; pero no lo es menos que cualquier materia expresiva -un hecho o un objeto- pueda convertirse en procesos semióticos en virtud del factor funcional.

La comunicación de masas constituye un caso especial de proceso de comunicación, en donde la intención de actuar sobre el receptor, es evidente. No obstante y con respecto al receptor, la conciencia de estar recibiendo mensajes especialmente destinados a actuar sobre ellos, aunque a distintos niveles, mediatizadas por la existencia de indicios que disimulan esa intencionalidad.

Las "semias"     

Otro aspecto destacable en la obra de Buyssens es su definición, clasificación y descripción de las "semias". La expresión 2semia" es el término especialmente adecuado para designar los objetos propios de la semiótica. Para Buyssens el término lenguaje podía designar igualmente los simples indicios como los procesos propiamente de comunicación. "Semia", por el contrario, designará únicamente las diversas modalidades estrictamente sémicas, que constituyan los procesos de comunicación.

Entre las "semias" más importantes destacarán las diversas lenguas (catalán, gallego, vasco, castellano, inglés, francés, etc). Respecto a las otras "semias", y desde nuestra perspectiva, no puede dejar de sorprendernos que entre la larga lista que propone Buyssens no haya ninguna referencia a los objetos de comunicación de masas.

Pero con respecto a la comunicación de masas sólo nos encontramos una breve referencia a la fotografía y al cine. Afirma que " en el cine no hay hecho social (es decir, hecho semiológico); nosotros interpretamos las imágenes del mismo modo como interpretaríamos los hechos representados por sus imágenes".

Por eso, a partir de esta pluralidad, ensaya un sistema clasificatorio de "semias". Una primera clasificación se establece por referencia a las modalidades sensoriales de su recepción. Una segunda se establece de acuerdo con las características del campo semántico de cada una de ellas. Una tercera clasificación de las "semias" lo hace con relación a la economía lingüística, a las diversas economías de articulación. La cuarta se establece considerando el factor sociológico, que hace referencia a las características del código de cada "semia" respecto al grupo social que lo utiliza. Finalmente, está la que se establece por referencia por referencia legislativa, es decir, el código de las "semias", viene establecido por una norma o ley.

En virtud a la clasificación que se establecería a partir del aparato sensorial que recibe a cada una de las "semias"  podrían delimitarse, por ejemplo, el discurso y la escritura. Asimismo podríamos clasificar las diversas "semias" de los mensajes de la comunicación de masas y establecer en cada caso las diversas relaciones entre "semias", sean estas sustitutivas o no.

En virtud a la clasificación que se establece a partir de la características semánticas de las distintas "semias", podremos delimitar las amplitudes semánticas de cada una de ellas. Pero no todos los campos tienen la misma amplitud (las lenguas, por ejemplo, destacan por ser "semias" de mayor amplitud semántica). A partir de esta diversidad de amplitudes, Buyssens apunta un tema que en la semiótica de la comunicación de masas debería desarrollarse necesariamente: el de la posibilidad de completar campos semánticos, reducir sus limitaciones, con el concurso de una "semia" reforzante.



Estas interrelaciones tienen una importancia enorme en la comunicación de masas: la música y el discurso hablado (en la radio); el gráfico, la fotografía y el texto (en un anuncio publicitario); el discurso y la imagen móvil (en la TV); los tamaños, las formas de las letras y, lógicamente, el propio texto (en la prensa); la música y la letra (en las canciones); el color, la imagen en movimiento y el discurso hablado (en el cine); fotografía, recuadro, texto ( en la fotonovela); etc.

Pero Buyssens advierte también que la semiología no es una ciencia que se ocupe de las grandes unidades significantes del discurso (del habla) tal y como se ha defendido. Dice que "entendida así, la semiología se apropia de un terreno que, hasta hoy día, correspondía a la estilística o a la exégesis literaria"

Buyssens, al recoger y potenciar  las profecías semiológicas de Saussure y al delimitar la naturaleza del hecho semiótico, establece una fronteras clarificadoras, pues aunque no haya hablado de comunicación de masas, en el momento en que define el campo de aplicación de la ciencia semiótica, establece también unos primeros pasos para la perspectiva de la comunicación de masas.



JOSÉ LUIS PRIETO Y EL CAMPO DE LA SIGNIFICACIÓN

Con José Luis Prieto, la reflexión semiológica iniciada por Saussure encuentra auténticas novedades en sus planteamientos, pues gracias a Buyssens y Saussure, ha sabido recoger los problemas más sugerentes y les ha dado nuevos y más rigurosos planteamientos teóricos. Concretamente ha utilizado las aportaciones de la teoría matemática de la información y de la lógica formal para explicar con nuevo rigor los conceptos que Saussure había explicado en términos metafóricos.

Lo que no cambia en Prieto son los objetos de preocupación de la semiología. La comunicación de masas sigue siendo una preocupación ausente. Pero las teorías de Prieto se centran más bien las aportaciones que su trabajo brinda al análisis del contenido, punto de mira fundamental de la semiótica de comunicación de masas.

Prieto, atento a Buyssens, afirma que: a)En el acto sémico (el acto de comunicación que decía más llanamente Buyssens) el receptor ha de darse cuenta que el emisor tiene el propósito de transmitir un mensaje. b)El receptor ha de "reconocer" el mensaje. Esto significa que, entre todos los mensajes posibles que pueda recibir, ha de reconocer precisamente, el que se le transmite.

En el acto sémico se observan estas dos circunstancias y se descubren dos tipos de indicaciones: a)la indicación notificativa por la que el receptor conoce la intención del emisor de transmitirle un mensaje, diferenciándose así el proceso de comunicación del simple indicio. b)la indicación significativa por la que el receptor reconoce, entre todos los mensajes posibles, el que se le dirige. De esta manera sería imposible hablar de la significación como si se tratase de una simple entidad mental; hablamos de significación por referencia a unas determinadas relaciones contextuales, es decir por referencia a una situación que implica circunstancias exteriores al código, y que completan el campo de significación propio del código correspondiente a la señal que se estudia.

Para que exista realmente acto de comunicación es necesario una cierta incertidumbre a propósito de un hecho. La información que nos proporciona una señal es una elección entre distintas posibilidades. Es la solución de una incógnita entre un repertorio más o ,menos amplio de diferentes posibilidades.

Prieto hace también una reflexión del "campo noético", que podemos traducirlo por "campo que abarca el contenido de un código", que hace referencia al plano de la expresión, denominado por Prieto "campo semántico". Ambos conceptos los podemos definir así:


Campo noético: el conjunto de todos los mensajes admitidos por una señal determinada, o por cualquiera que pertenezca al mismo código, constituye el campo noético del código respectivo, que se divide en dos clases complementarias, la que afirma y la que excluye, la cual siempre es más amplia que la primera.

Campo semántico: el campo semántico (expresivo) del código al que pertenece la señal de un acto sémico puede ser dividido en dos clases complementarias, una es el significante que esta señal realiza, y la otra el complemento de este significante que, excepto en códigos muy especiales, también será mucho más amplia que la primera.

Prieto también otorga cierta relevancia a las circunstancias, es decir, a todos los hechos conocidos por el receptor en el momento en que tiene lugar el acto sémico. La circunstancia suministra al receptor otra indicación. Prieto pone un ejemplo claro: Si a un hombre le pido "dame el lápiz", elimino con la señal, el mensaje "dame la libreta". Y esto es así, sea cual sea la circunstancia que acompaña al acto sémico. Las circunstancias, excepción hecha del caso en que se favorezca la ambigüedad, complementan la indicación significativa suministrada por la señal.

De todos los posibles mensajes admitidos por la señal, la circunstancia escoge uno. Los mensajes descartados por las circunstancias se convierten así en complementos del significado. Las circunstancias se transforman en elementos secundarios, pero presentes de significación, "primero, una señal admite determinados sentidos y no excluye a otros; en segundo lugar, el receptor atribuye a la señal aquel de los sentidos admitidos que está más favorecido por las circunstancias".

Lo mismo sucede en sentido negativo. Las circunstancias pueden convertirse en agentes de una realización contraria al acto sémico. Si las circunstancias supuestas por el emisor y por el receptor no coinciden, "falla" la comunicación. Si el emisor considera como circunstancia algo que el receptor no conoce, puede producirse una errónea interpretación. Y es que el texto es algo más que el texto, siempre es algo más que su contenido manifiesto.

También encontramos en las reflexiones de Prieto, el lazo de unión de las ciencias de la comunicación con las demás ciencias que se ocupan del hombre. El análisis del texto no es siempre suficiente para interpretar sus efectos, y... ni tan sólo para descubrir sus significados.

MORRIS Y LA SEMIÓTICA NORTEAMERICANA

En la historia moderna de la investigación norteamericana sobre el lenguaje podemos destacar dos autores influyentes. William Whithney -de notable influencia tanto en el área europea como norteamericana- y Charles Sander Peirce.

Charles Peirce nació en Cambridge, Massachussets, y es considerado uno de los fundadores del "pragmatismo" norteamericano, sus aportaciones a la filosofía son amplias y se refieren especialmente al campo de la lógica. Según él, lógica y semiótica se hallan íntimamente vinculadas. Define el signo según una triple relación:

1. Signos de sí mismos. Objetos de la gramática pura.

2. Signos en relación al objetos. Estudiados por la lógica.

3. Signos en relación con el sujeto. Estudiados por la retórica pura.

Esta triple relación daría lugar a dos paradigmas importantes en la historia de la teoría del lenguaje, por una parte al famoso triángulo desarrollado por Odgen y Richards (pensamiento o referencia, símbolo y referente) y por otra la triple distinción sintáctica- semántica- pragmática, que será recogida más adelante por Morris en la siguiente y más famosa trilogía. El signo puede entenderse como algo que dispone de tres formas de relación:

-Sintáctica: Estudia las relaciones de los signos entre sí y la de un signo con otros, independientemente de lo que signifiquen.

-Semántica: Estudia la relación establecida entre el signo y el objeto designado.

-Pragmática: Estudia la relación entre el signo y el objeto que lo utiliza.

Posteriormente, en "Signos, lenguaje y conducta", Morris establece algunas correcciones y aplicaciones de las tres definiciones: La Sintáctica se ocupará de las combinaciones entre signos sin atender a sus significaciones específicas o a las relaciones dentro de la conducta en que aparecen. La Semántica estudia la significación de los signos en todas las formas de significar. La Pragmática es la parte de la semiótica que trata del origen, usos y efectos de los signos en la conducta en que se presentan.

Morris, influenciado por Peirce y Bloomfield, se convierte en la figura más importante de la semiótica americana, se le debe otorgar, junto con Saussure, la paternidad de la ciencia semiótica tal y como se entiende actualmente, es decir, como una ciencia que tiene en cuenta los sistemas del "mismo orden" que el sistema del lenguaje hablado. Morris reconoce que podemos hablar de ciencia semiótica siempre que la entendamos como una tarea a realizar, y no como una ciencia debidamente construida. También adelanta un poco más y afirma que su trabajo, en el pórtico de la semiótica, representa una sólida base para su desarrollo. El amplio trabajo de Morris, verdaderamente sugerente, resulta una obra compleja en la que sin ningún orden se han situado distintos problemas que no acaban de ser recogidos de forma unitaria y coherente. Sobresale de manera central la preocupación de edificar la semiótica sobre las bases del behaviorismo. Según Morris, la semiótica, a caballo de estas teorías, podrá avanzar hasta situarse en el universo de las ciencias naturales.

La obra de Morris pretende una segunda base metodológica, en este caso, heredada de Peirce. De ahí la recargada terminología y las largas disquisiciones sobre el papel de la semiótica en la fundamentación de las ciencias humanas, sus reflexiones sobre el lenguaje, el metalenguaje, filosofía del lenguaje.

"Es una época en que la imprenta, la fotografía, la pintura, el cine y la televisión ocupan un lugar tan importante, es necesaria una semiótica que no descuide el signo visual...admitiendo que una semiótica comprensiva debe hacer justicia a los signos no vocales." Esta preocupación de Morris le hará descubrir el camino que dará sentido a la semiótica en el campo de las ciencias sociales, y esto será así porque una semiótica sensible a los signos de los mensajes de comunicación de masas sólo podrá desembocar en una semiótica de la cultura.

Según Morris, la interpretación del signo no puede hacerse en su propio marco, sino en el marco general en el que se inscribe el proceso de comunicación. "Los signos no se limitan a adquirir cierta significación en un momento determinado, sino que poseen esta significación únicamente en la historia de la vida particular de sus intérpretes y su aparición afecta, para bien o para mal, la posterior historia individual de estos intérpretes". Son entendidos como entidades que condicionan la conducta humana reciben del exterior "complemento" a su significado "interior" y provocan estados de conducta, mentalidades condicionadas.

Esta concepción conduce a Morris a comprender los signos como entidades manipulables. Se admite que estos puedan ser utilizados con el único propósito de comunicar, pero lo normal es que se desee establecer comunicación, con finalidades persuasivas, con algunos propósitos ulteriores. Los signos no pueden entenderse como unidades descomprometidas de la conducta humana.

La semiótica que quería edificar Morris pretende profundizar en el universo complejo de la utilización manipuladora de signos. Este autor ha sido consciente de que así como el signo tiene razón de ser en el marco de las relaciones estímulo- respuesta, asimismo la semiótica sólo tiene sentido en la medida que es una semiótica de la conducta.

Existe, por último otra cuestión por la que Morris estaba preocupado, que se centraba en las posibilidades creativas del individuo, frente al poder comunicativo de las nuevas técnicas de comunicación. "La tarea de la semiótica será fundamentalmente la de alentar y fortalecer al individuo para que mantenga su propia integridad creadora frente a las formas poderosas que tienden en el mundo moderno a reducirla a una pequeña marioneta, esclavo de los hilos de comunicación con que la sociedad lo manipula." Y es que Morris entiende que este universo cultural, semiótico, tiene repercusiones sobre la conducta de los individuos, y que el sémico viene también construido por los mensajes, cada día más influyentes, de la comunicación de masas.

ROLAND BARTHES

Roland Barthes tiene un interés inequívoco por el fenómeno literario, y sus reflexiones semiológicas en este campo han encontrado a unos discípulos entusiastas que han contribuido a divulgarlas. No es fácil sintetizar una obra tan compleja y extensa como la suya, ya que sus aportaciones desde la perspectiva de la semiótica son inmensas.

Barthes es, en primer lugar, un profesor de letras, limitado en diversas ocasiones -sobre todo en 1941- por su estado de salud. Marx, Freud y Saussure son los principales autores que lo marcan, y el seno del estructuralísmo francés, pretende recoger la profecía saussuriana acerca de la futura constitución de la semiología como ciencia. Por otra parte recibe también influencia marcada del espíritu del CECMAS (Centre dÉtudes Transdiciplinaires) y de la Escuela de Altos Estudios de la Sorbona, gracias a la cual sentirá el deseo de desenmascarar la retórica pequeñoburguesa presente en un universo tan extenso.

Barthes dijo que "la semiología tiene por objeto todos los sistemas de signos, cualquiera que sea la sustancia y los límites de estos sistemas: las imágenes, los gestos, los sonidos melódicos, los objetos y los conjuntos de estas sustancias constituyen si no "lenguajes", sí al menos sistemas de significación." Esta teoría, aunque confusa, es el punto de partida de la semiología. Ha afirmado Barthes que esta ciencia hasta hoy se ha ocupado de códigos sin interés. Son pocos los signos que no están vinculados de una u otra manera al lenguaje fónico. Esta advertencia encierra uno de los puntos más confusos de la semiología de Barthes.

Barthes también ha entendido que no existe ningún sistema de signos que no vaya acompañado de un mensaje lingüístico. Él mismo desarrollará el tema de la combinación entre el texto y la imagen fotográfica. El texto anula la polisemia propia de la imagen. Veamos: en el cine imagen y texto están íntimamente vinculados; en la fotonovela, el cómic, la publicidad comercial exterior, en la televisión, etc, resulta ya imposible de entender la componente icónica si no es con referencia a la componente escrita o fonética. "A pesar de la invasión de las imágenes, la nuestra es más que nunca la civilización de la escritura".

Esta vinculación de cualquier sistema de signos con el lenguaje escrito o fonético va más allá de una simple contigüidad. El analista solamente podrá abordar el campo de significación de la imagen si la "traduce" al campo de significación del lenguaje verbal. Barthes también extiende los dualismos saussarianos a la semiología general. Construye sus Elementos de semiología partiendo de los esquemas lingüísticos descubiertos por Saussure. Barthes, realizando en cada caso las correcciones correspondientes, interpreta todo sistema de signos a partir de los esquemas formales descubiertos en el "sistema más importante".

Pero la obra de Barthes merece más atención, pues ha de comprenderse como una aportación pionera. Su preocupación por la comunicación de masas no puede entenderse desligada del interés por los fenómenos que hasta el momento que él los trata habían sido ignorados por los sabios "universitarios".

Les mitologies de Roland Barthes es un intento de desenmascarar el significado latente de unas unidades "semánticas" al servicio de los gustos e intereses de la burguesía, y debe entenderse como una obra pionera de lo que en el futuro podrá ser una semiótica de la cultura. Barthes fue el primero en denunciar a la semiología por ocuparse exclusivamente por "códigos de interés ridículo". Él fue el primero, por lo menos en Europa, en unir en un mismo grupo y bajo una misma sistematización, en un idéntico centro de interés metodológico, el cine, la publicidad, la televisión, los cómics, la fotografía de prensa y el artículo periodístico.

Semejante a Saussure, también Barthes, una vez hechas las promesas semiológicas, no realiza el trabajo adecuado; son escasos sus trabajos semiológicos aplicados a la comunicación de masas. Su artículo Rhétorique de l´imaga, aparecido en "Communications", aun siendo una primicia histórica, no aporta realmente ninguna contribución definitiva.

Semiología literaria al margen, su gran aplicación semiológica se realiza en el campo de la moda. Aplicar la reflexión semiológica a este campo resulta coherente desde la perspectiva de una semiología generalizada, pero también constituye una prueba de que incluso aquellos que han preconizado, proféticamente, la conveniencia de que la comunicación de masas y sus mensajes estén sobre la mesa de trabajo de los semiólogos, han hecho de esta preocupación casi una preocupación ausente.



UMBERTO ECO Y LA SEMIÓTICA ITALIANA

Dado que la investigación sobre la comunicación de masas no puede aislarse de la realidad social en la que se desarrollan los procesos de comunicacionales que se estudian, y teniendo en cuenta que la realidad socio- cultural italiana mantiene diversos puntos de contacto con la correspondiente realidad española, parece oportuno dirigir la mirada a Italia.

En 1962, más o menos, tuvo lugar en este país una pequeña ruptura, una primera lectura crítica de la sociología norteamericana de comunicación, que hasta la fecha había condicionado toda la investigación italiana. Se trataba de una crisis que nacía, precisamente, de las exigencias sociales de la investigación y que apoyaba su conciencia en influencias como las de Gramsci, que precursoramente se había preocupado por el papel de los aparatos culturales de la sociedad industrial, de escuelas como las de París (Morin, Friedmann, Dumazudier, Barthes, etc) y Frankfurt (Adorno, Marcuse, Horkheimer, Benjamín, etc). Se ha llegado a decir que el dominio americano en la escena mundial de los mass media no es nada en comparación con el dominio americano en la escena mundial de la investigación sobre los mismos.

Pero Umberto Eco es el que se ha preocupado de una manera más directa y constante de la fundamentación científica de la semiótica. La estructura ausente, publicada en 1968, constituye una pieza fundamental de la historia de la semiótica. En la primera obra, y en el estado en que se encontraba la investigación en ese momento, se pretende abarcar todo el universo de los objetivos de la semiótica, usando todas las teorías que pueden aportar datos.

Pero junto a esta virtud encuentra su principal defecto en el desorden. La comparación entre el "mundo" de La estructura ausente, y el "mundo" de su reciente Tratado es interesante. Este último constituye una demostración impresionante de Eco para recoger los problemas de la semiótica y cristalizar sus distintos adelantos formales en una perspectiva teórica coherente. En este libro queda claro que existen distintas cuestiones cuya clarificación resultará importante para la constitución científica de la semiótica. Por ejemplo, las nociones de comunicación y significación; la posibilidad de una definición de la semiótica y de la delimitación de su campo; las posibles vinculaciones entre la semiótica y otras disciplinas, como la lógica, la antropología o la psicología; la crítica a la noción de referencia,la necesidad de redifinición de nociones como son la denotación y connotación. En su Tratado Eco ha sabido, además, encontrar unos ejes para interpretar todos los descubrimientos que sobre estas cuestiones se han ido sucediendo a lo largo de la historia.

En este libro, Eco ha puesto en torno a la teoría de los códigos, orden al problema que hace referencia a las implicaciones sociales de los fenómenos semióticos. Un código es un sistema de significación que acoge entidades y entidades ausentes. Ha dejado entonces claro que por una parte en torno a esta posibilidad, y por otra en torno al carácter convencional de los códigos, se encierra el carácter social de los fenómenos semióticos. También ha estudiado, y con carácter pionero, la importancia de los subcódigos y de sus modalidades.

 Después de este estudio ya puede definirse que las reglas de los códigos no nacen únicamente del estado actual de la investigación, sino del hecho que los códigos, con sus implicaciones sociales y dinámicas, no sean entidades estables.

La segunda "columna vertebral " del Tratado, lo constituye su "teoría de  la producción signica" que tiene su mejor componente en la preocupación por las estructuras de la expresión. Si con la teoría de los códigos se aclara el problema de las estructuras y dimensiones del contenido, con la teoría de la producción signica se aclara el de las estructuras y dimensiones de la expresión. La noción de "producción sígnica" Viene a dar a luz el problema de la clasificación y la naturaleza de los signos. La tipología de los modos de producción de las señales clarifica el hecho de que aquello que se viene denominando signo, es el resultado de varios modos de producción

El Tratado de Eco no es un libro "más", sino que por su capacidad de síntesis de las distintas aproximaciones científicas y por su capacidad de ordenarlas en los trocos comunes de la teoría de los códigos y de la producción sígnica, constituye una prueba cualificada de la madurez científica conseguida por la semiótica y un indicio de sus posibilidades futuras.

La estructura ausente se compone de cuatro secciones. La primera se titula "La señal y el sentido" que trata de las consideraciones generales sobre los problemas del área de la expresión y del contenido. La sección B, la segunda, se dedica a la problemática semiótica de los mensajes visuales. También se realizan una serie de análisis referentes a anuncios publicitarios. Se trata de una descripción inteligente, pero no aporta elementos formales aplicables a lo que es la verdadera fundamentación teórica. La sección C, "La función y el signo", está dedicada a la semiótica arquitectónica. Y la última sección, "la estructura ausente. Los fundamentos de la investigación semiótica", se extiende en consideraciones generales sobre el estructuralismo y sus relaciones con la antropología y las aportaciones de Lévi- Strauss. Se trata de divulgaciones que en algunos aspectos se acercan a la filosofía de la comunicación.

Para Umberto Eco, la semiótica se ocupa de lo siguiente: zoosemiótica, señales olfativas, comunicación táctil, código de los gustos, paralingüística, cinésica y proxémica, semiótica médica, código musicales, lenguajes formalizados, lenguas naturales, comunicaciones visuales, estructuras de la narrativa, códigos naturales, códigos y mensajes estéticos, comunicación de masas, retórica, lenguas escritas, alfabetos desconocidos, códigos secretos.

En el catálogo de Eco hay otras disciplinas que deben ser tratadas por la semiótica de la comunicación de masas; el estudio de los códigos musicales será imprescindible para el análisis semiótico de los "media" televisión, radio, discos... El estudio de las comunicaciones visuales entra en el área de la narrativa icónica, propia de la televisión, del cine, de los carteles, de la prensa escrita, de los cómics.

Considerando este planteamiento, la semiótica de la comunicación de masas dejará de ser un apartado ocasional de la ciencia semiótica para devenir su objeto privilegiado.

LA SEMIÓTICA EN EL MARCO DE LAS CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN

Se entiende por semiótica de comunicación de masas aquella disciplina, aún por constituir, que se ocupará del análisis de los diferentes sistemas de semas que constituyen los mensajes de la comunicación de masas. Su tarea consistirá, por una parte, en descubrir las estructuras expresivas(los significantes) y por otra, las estructuras del contenido (los significados), así como las mutuas relaciones, la función semiótica, el grado de arbitrariedad, que las vincula.

La semiótica de la comunicación de masas deberá prestar una atención especial a los condicionantes y complementos que el proceso de la comunicación impone al mensaje, peculiaridades del canal, emisión, recepción, así como las interferencias entre los distintos sistemas de semas en un mismo proceso comunicativo, como sucede, por ejemplo, en los medios audiovisuales.

Desde un principio cabe destacar que la teoría de la comunicación de masas no puede abordarse desde un mismo y único punto de vista, porque su objetivo no es un fenómeno, sino más bien la confluencia de una multiplicidad de ellos. No nos enfrentamos a un sólo objeto de investigación, sino a un proceso de múltiples dimensiones.

El auténtico problema de la teoría de la comunicación de masas radica en encontrar aquellas estructuras formales, aquellos paradigmas, que nos permitan unificar esa pluralidad en una perspectiva teórica coherente. Ésta es una advertencia que nos ha sido hecha por diversos autores que, en la experiencia de su trabajo científico, se han encontrado repetidamente con esta dificultad metodológica. Wilbur Schramm, uno de los pioneros de la ciencia de comunicación de masas, nos da un testimonio elocuente de esta multiplicidad cuando afirma: "supongamos que el problema reside en la forma como la comunicación sirve al desarrollo económico y social en una nación nueva. Llevar a cabo este tipo de investigación de manera adecuada exigiría como mínimo a un economista y a un antropólogo, y quizás a un experto en ciencias políticas y a un investigador de la comunicación. La investigación sobre la naturaleza del significado exigiría la colaboración de la sociología, de la lingüística y quizá también de la lógica o de la filosofía. El estudio de la organización de un periódico o de una cadena de televisión se beneficiarían con la ayuda de un sociólogo y quizá de un economista. el estudio de los efectos sociales de la comunicación se beneficiarían de la cooperación de cualquiera de las ciencias sociales, según la naturaleza de estas.

A pesar de que Lasswell diga que no se trata de fraccionar la acción de la comunicación, sino de entenderla como una totalidad en el conjunto social, el hecho es que en su concepción de la estructura interna de la acción de la comunicación no se explica la forma de interrelación, la dinámica de sus diferentes dinámicas o estadios. Será necesario recorrer un  serie de etapas para llegar a esta comprensión dinámica y coherente de la acción comunicativa, y todo ello no empieza a vislumbrarse hasta la aparición de las últimas obras de Abraham Moles consagradas a la cultura y a la comunicación de masas. De todas formas esta descomposición analítica del acto de la comunicación ha servido para delimitar el campo de estudio y sugerir las delimitaciones que han de iniciarse de acuerdo con este punto de partida moderador.

Según Francis Balle y Jean Padioleau este esquema está especialmente centrado en la búsqueda de efectos en el sistema de comunicación de masas. El paradigma es lo suficientemente abierto como para no ser el responsable de la preocupación casi exclusiva de los primeros investigadores de la comunicación de masas, particularmente los norteamericanos por la sociología de los "efectos". Deben buscarse las causas en las circunstancias históricas (políticas y científicas), en las que se desenvolvió esta investigación.

El hecho es que, según cuales sean las circunstancias condicionantes, la preocupación por la comunicación de masas ha significado desde sus inicios -alrededor de 1830 en los Estados Unidos- una preocupación para la sociología de los efectos de la comunicación masiva. La importancia de la propaganda política durante la Segunda Guerra Mundial, las exigencias comerciales derivadas de la aparición de nuevos medios de comunicación masiva (cine, radio) serán las causas que animarán, y subvencionarán, la primera sociología de la comunicación de masas que, propiamente, será una sociología de las actitudes de la audiencia. En definitiva, los estudios que mayor desarrollo han experimentado han sido los correspondientes a la audiencia y a los efectos.

En la actualidad el paradigma de Lasswell ha sido destruido, sobre todo a partir de la desaparición de McLuhan, que rompe la distinción entre el "Que" (el análisis del contenido) y el "canal" (el análisis de los medios), con la famosa teoría de que "el medio es el mensaje". Para McLuhan, lo que ha remodelado y cambiado las sociedades no es tanto el contenido de los mensajes como la naturaleza de los medios a través de los cuales se transmiten estos contenidos. Rompe también con la distinción entre el "Quién" y el "A quién" respecto de los medios, porque ambos constituyen una nueva unidad antropológica. Los medios son las prolongaciones de los sentidos. La tecnología desencadena una serie de modificaciones en el ámbito sensorial que implican, homogéneamente, a todos los elementos de la acción comunicativa.

De las dos experiencias teóricas, la de Lasswell por el momento más provechosa que la de McLuhan, podemos concluir con dos enseñanzas. Por una parte la conveniencia de elaborar esquemas formales, paradigmas que nos permitan afrontar con método, con rigor científico, el fenómeno múltiple de la comunicación masiva, y por la otra la conveniencia de plantearnos homogéneamente esta pluralidad adivinando las mutuas implicaciones en la dinámica, en el proceso de transmisión y en su propia naturaleza estructural.



MOLES Y LA CULTURA DE MASAS

La comunicación de masas juega un papel decisivo en lo que Moles denomina retablo socio- cultural, que representa una manera de explicar la naturaleza intermediaria del código cultural.

El retablo socio- cultural no debe representarse como una entidad aislada, sino de una manera más global, dentro de un proceso dinámico que el propio Moles ha llamado "ciclo socio- cultural". Según este autor, existe una especie de almacén de unidades culturales que se llama "memoria del mundo". La comunicación de masas recoge el material disponible en este almacén, y de acuerdo con una escala de valores, que hace las veces de entidad mediadora, lo transmite. La comunicación de masas constituye una pantalla mediante la cual reaparecen los objetos "almacenados", según una determinada versión ideológica.

Este retablo - o pantalla- socio- cultural, está a su vez condicionado por las circunstancias políticas, económicas y culturales, y hace sobresalir e infravalorar, según los casos, unos u otros aspectos de las unidades informativas. Por este retablo no sólo pasan los objetos almacenados en la memoria del mundo, que han quedado recogidos en nuestro código lingüístico, sino también los acontecimientos. De hecho, los sucesos que se producen cada día, cada hora, cada minuto, pasan por el; son muy pocas las cosas que conocemos directamente. Todas las cosas que se desarrollan más allá de nuestra experiencia inmediata y de nuestra vida cotidiana, las conocemos mediatizadas por la inferencia ideológica del retablo socio- cultural.

La memoria del mundo es la propia historia contemporánea, los hechos que conocemos y la convicción de que diariamente se irán sucediendo cosas a las que sólo podremos tener acceso a través de este retablo que también podemos denominar socio- político  y cultural. El rol de este no es reproducir, sino producir  según unas determinadas connotaciones ideológicas que responden a las exigencias de la ideología dominante. Los acontecimientos.

Moles dota a esta red de interpretaciones, de varias características dentro de las cuales cabe destacar la noción de "mosaico", dado que en la cultura de masas no existen ideas fundamentales, sino simplemente muchas ideas importantes. Para él, y según su hipótesis, la cultura de masas moderna está constituida por un mosaico de elementos dispersos. El hombre está subordinado a un intenso flujo de mensajes, no como en la cultura clásica, pero su pensamiento no es el resultado de un cuadro racional, sino de un conjunto de conocimientos que recibimos día a día por información desordenada a través de los medios de comunicación de masas.

Esta cultura será denominada "de mosaico" dado que se presenta como esencialmente aleatoria, como un conjunto de fragmentos, por yuxtaposición, sin construcción, sin punto de referencia, donde ninguna idea es necesariamente general, pero en la que muchas son importantes. En la cultura de masa existen una pluralidad de elementos de significación que, aparentemente, no presentan una cohesión (entendiendo como tal una correspondencia entre las condiciones de existencia del hombre y las de la sociedad, con el universo simbólico que los sustituye). Pero si entendemos por coherencia las relaciones que se establecen entre los distintos elementos en el plano del contenido para sustituir las condiciones reales de existencia por un universo simbólico impuesto por la ideología dominante, entonces sí que existe coherencia.

A través del lenguaje y con la participación de la falacia, el hombre es capaz de dar semióticamente cohesión a situaciones en el extremo contradictorias.

Fuentes:

"Semiótica de la comunicación de masas" Miguel de Moragas Spa,

"La estructura ausente" Umberto Eco

"Tratado de semiótica general" Umberto Eco

"Curso de lingüística general" Ferdinand de Saussure

"Elementos de semiología" Roland Barthes




CINCO GRANDES ORADORES DE LA EDAD ANTIGUA

DEMÓSTENES

Orador y Político griego

Nació en Atenas, en el año 384 a.C. Es considerado como el mejor político y orador de la antigua Grecia. Proveniente de una familia de empresarios ricos. Su padre, Demóstenes de Peania, poseía una fábrica de armas y otra de muebles. A los siete años de edad pierde a su padre, quien designó a dos tíos y a un amigo para que administraran la fortuna familiar. Los tutores no cumplieron con la misión que les había sido confiada, disipando gozosamente la herencia a su cargo y dejando a Demóstenes en la miseria, Áfobo, Demofonte y Terípides abusaron de su patrimonio, por lo que, al acercarse a la mayoría de edad, hubo emprender largos procesos judiciales para conservar algo de su fortuna. Tan pronto como Demóstenes alcanzó la mayoría de edad, exigió una auditoría de cuentas de la gestión realizada por sus tutores. El justo derecho del joven orador fue allí reconocido, pero la herencia había quedado considerablemente reducida. Estos dolorosos conflictos habían empujado a Demóstenes a luchar vigorosamente por sus derechos, contribuyendo al mismo tiempo a la formación de su carácter. El largo proceso, por otra parte, incitó al joven a cultivar el arte oratorio. En consecuencia, Demóstenes había completado en ese período su formación y elegido su vocación: sería orador y político. Inició entonces su formación profesional como abogado, encargándose de causas privadas, dando lecciones y mezclándose en la vida política

Según la biografía escrita por Plutarco, su admiración e interés por la oratoria se habría despertado cuando su pedagogo lo introdujo clandestinamente en la Asamblea, donde fue testigo de una brillantísima autodefensa del estadista Calístrato. Discípulo de Iseo, leyó las obras de Isócrates y ejerció en su primera juventud la profesión de logógrafo. Superó con esfuerzo sus dificultades para la oratoria por medio de ejercicios de declamación. Sus primeros discursos fueron judiciales, cuando trabajaba como abogado redactando textos para su uso en pleitos particulares. Allí es donde entra en contacto con la política, pero recién en el 354 a.C. comenzó con la oratoria de sus primeros discursos de esta índole, principalmente a la oposición de la expansión del reino de Macedonia hacia el sur.

A partir del año 354 a.C. intervino en asuntos políticos y se hizo famoso por sus discursos. Entre los primeros destaca Para los megalopolitanos, que atrajo la atención de los atenienses sobre el peligro que representaba el poder de Esparta. Denunció la ambición de Filipo de Macedonia en las famosas Filípicas, discursos pronunciados durante un largo proceso en la asamblea ateniense. Es en las Filípicas donde se inicia la oratoria mayor de Demóstenes.

La serie se inicia con la Primera Filípica (349 o 351), un enérgico llamamiento a los atenienses. Entre 349 y 348, cuando Atenas concertó una alianza con la Calcídica para luchar contra Filipo, pronunció las tres Olintíacas, en que urgía a los atenienses a ayudar a Olinto; ello no evitó, sin embargo, la destrucción de la ciudad aliada. Demóstenes, que en 346 formó parte de la embajada enviada para tratar la paz con Filipo, pronunció en 344 otro llamamiento contra las pretensiones del rey de Macedonia en la Segunda Filípica. Tres discursos del año 341 dan testimonio de su máxima actividad como orador: la Tercera y la Cuarta Filípica y Sobre la situación del Quersoneso, una de las obras maestras de su oratoria.

En el 340 a.C. dejó la oposición y pasó a ser jefe del partido dirigente. A lo largo de la década siguiente intentó ser coronado por sus méritos cívicos, pero Esquines se opuso a su propuesta y Demóstenes terminó siendo condenado al exilio. La hostilidad entre ambos oradores culminó en 330 ac. en un gran proceso político. Demóstenes respondió triunfalmente con su discurso Por la corona. Esta demolición del adversario e inteligente apología de la propia actuación política está considerada la obra cumbre de su oratoria. Aprendió retórica estudiando discursos de oradores anteriores y su interés por la elocuencia son debidos en especial a su preceptor, que lo llevó a muy temprana edad a escuchar a Calistrato, orador de gran reputación en la antigua Grecia. Allí fascinado con la gloria y admiración que despertaba el mencionado, comenzó a practicar para llegar a ser un orador que despertara admiración como Calistrato

Tras la muerte de Alejandro Magno (323 a.C.), Atenas, Argos y Corinto se sublevaron contra la hegemonía macedonia. Demóstenes regresó a su patria y fue acogido triunfalmente, pero la derrota naval en Amorgos y la terrestre de Cranón dieron al traste con los sueños de los sublevados.

Aunque Demóstenes fue ante todo un hombre de acción, que luchó para que Atenas recobrase la hegemonía y contuviera el avance de Filipo, la posteridad lo ha ensalzado siempre como brillantísimo orador. La fuerza de sus discursos (de los que se conservan unos setenta) y la precisión de sus argumentos, con pocas figuras retóricas, le otorgan una originalidad excepcional. Como otros maestros de la prosa, Demóstenes pone especial cuidado en la estructura rítmica al final del período; ya en los comentarios de la Antigüedad se destacaba que la eficacia de su oratoria reside, en gran parte, en el ritmo.

Alrededor del año 322 AC, fue acusado de malversación de fondos y encarcelado, pero logró fugarse. Demóstenes fue condenado a muerte por contumacia y en 322 AC huyó a la isla de Calauria, donde se refugió en el templo de Poseidón. Cuando llegaron a buscarlo, se suicidó aspirando veneno para no caer en manosdel confidente de Antípatro, quien sería el sucesor en el reino macedonio tras Alejandro. Sus reconocimientos fueron muchos, principalmente de los romanos, entre ellos Cicerón lo elogia diciendo que era “el orador perfecto, al cual no le falta nada” y en mi opinión, tras leer sus discursos, no estaba tan equivocado…

Demóstenes fue sepultado primero en Calauria y cuarenta años más tarde en Atenas. Se le erigió una estatua con este epitafio. "Si tu fuerza, Demóstenes, hubiera sido igual a tu genio, Grecia no habría jamás debido inclinarse ante sus vencedores"





Marco Tulio Cicerón

Orador, político y filósofo latino.

 Nació en Arpino, actual Italia, 106 a.C. Fue Orador, político y filósofo latino. Perteneciente a una familia plebeya de rango ecuestre, desde muy joven se trasladó a Roma, donde asistió a lecciones de famosos oradores y jurisconsultos, se destaca como un gran orador en momentos en que Grecia atraviesa por una crisis política. El primer educador es su propio padre y luego se hace discípulo de los grandes oradores. Dada su precocidad, a la edad de 16 años es un erudito en los problemas de su país; recibe la distinción de la Toga Blanca de la Virilidad. Estudia con Molón de Rodas, que se convierte en el maestro con notable influencia posterior, sobre todo en la retórica. Son dos los casos que le dieron fama: el primero es la defensa de Quintio, y el otro es el famoso caso de acusación de parricidio cometido por Roscio, personaje político muy conocido en esa época.

Finalizada la guerra civil (82 a.C.), inició su carrera de abogado, para convertirse pronto en uno de los más famosos de Roma. Posteriormente, se embarcó rumbo a Grecia con el objetivo de continuar su formación filosófica y política. Abierto a todas las tendencias, fue discípulo del epicúreo Fedro y del estoico Diodoto, siguió lecciones en la Academia y fue a encontrar a Rodas al maestro de la oratoria, Molón de Rodas, y al estoico Posidonio. De vuelta en Roma, prosiguió su carrera política, y en el lapso de trece años consiguió las más altas distinciones. Empezó como cuestor en Sicilia en el 76 a.C., y en el 70 a.C. aceptó defender a los sicilianos oprimidos por el antiguo magistrado Verres, para quien sus alegatos (Verrinaes) supusieron la condena, lo cual lo hizo muy popular entre la plebe y contribuyó a consolidar su fama de abogado. Decidido partidario del republicanismo, admitía la necesidad de un hombre fuerte para dotar de estabilidad al Estado, figura que reconocía en Pompeyo; sus simpatías por él, sin embargo, no fueron siempre correspondidas. Su carrera política fue fulgurante: en un año fue elegido edil, en el 66 a.C. pretor, cargo desde el que propulsó un acercamiento entre caballeros y senadores (concordia ordinum), y dos años después obtuvo la elección de cónsul del Senado. Desde esta posición, hizo fracasar la reforma agraria propuesta por Rullo, hizo frente a los populares, liderados por Craso y César, y llevó a cabo una de las batallas más dramáticas y peligrosas de su carrera: su oposición a la conspiración de Catilina. Derrotado en las elecciones, éste se disponía a promover levantamientos para instaurar una dictadura. Los cuatro discursos (Catilinarias) pronunciados por Cicerón ante el Senado a fin de conseguir la ejecución de los conspiradores constituyen la muestra más célebre de su brillante oratoria, de gran poder emotivo.

Sin embargo, su actuación acabó por significarle el exilio años más tarde, cuando Clodio, elegido tribuno de la plebe (58 a.C.) gracias a César, consiguió el reconocimiento de una ley que sancionaba con la pena de muerte a todo ciudadano romano que hubiera hecho ejecutar a otro sin el previo consentimiento del pueblo. Tras buscar, sin éxito, el apoyo de Pompeyo, Cicerón marchó al exilio. Regresó a Roma apenas un año y medio más tarde, pero para entonces su carrera política estaba prácticamente acabada, situación que pareció hacerse definitiva con la dictadura de César (48-44 a.C.). Sólo cuando éste fue asesinado, Cicerón volvió a la escena política para promover la restauración del régimen republicano. En un principio, mientras Marco Antonio aún no se había afianzado en el cargo, gozó de cierto poder y consiguió la amnistía para los asesinos de César, pero apenas aquél se sintió seguro, Cicerón se encontró con una fuerte resistencia, a la que hizo frente verbalmente con las catorce Filípicas. En vano intentó entonces aliarse con Octavio, hijo de César, contra Marco Antonio: tras la batalla de Módena, Octavio se reconcilió con Marco Antonio y unió sus fuerzas con las de éste y con el ejército de Lépido para la formación del segundo triunvirato (43 a.C.). Ese mismo año, Cicerón fue apresado y ejecutado. Formado en las principales escuelas filosóficas de su tiempo, mostró siempre una actitud antidogmática y recogió aspectos de las diversas corrientes. La originalidad de sus obras filosóficas es escasa, aunque con sus sincréticas exposiciones se convirtió en un elemento crucial para la transmisión del pensamiento griego. Al final de su De Republica contrasta su probabilismo con una exaltación religiosa de signo neoplatónico. Como literato, se convirtió en el modelo de la prosa latina clásica, con un estilo equilibrado y de largos y complejos períodos, aunque perfectamente enlazados (De divinatione).

Murió asesinado en Formies, id., 43 a.C.

Obras:

             Discursos:

             Verrinaes ( h. 70 a.C.)

             De lege agraria (63 a.C.)

             Catilinarias (Catilinam orationes, 63 a. C.)

             Filípicas (In M. Antonium orationes Philippicae, 44 a. C.).

             Tratados:

Sobre la retórica (De oratore, 55 a.C.)

             Sobre la República (De Republica, 54-55 a.C.)

             Sobre las leyes (De legibus, 52 a.C.)

             Cato maior (46 a.C.)

             Sobre la vejez (De senectute, 46 a.C.)

             Sobre la adivinación (De divinatione, h. 45 a.C.)

             Sobre la amistad (Laeleius o De Amicitia, 45 a.C.)

             De finibus bonorum et malorum (45 a.C.)

             Hortensius (45 a.C.)

             Sobre la naturaleza de los dioses (De natura deorum, 45 a.C.)

             Sobre el deber (De officiis, 44 a.C.).



Citas:

             «No se puede decir nada tan absurdo como para que no haya sido dicho por algún filósofo.»











Isócrates

Orador ateniense

(436-338 a.J.C.)  Orador ateniense, oriundo del demo ático de Erquia, donde su padre poseía un taller para fabricar flautas. Gracias a la buena situación económica de su familia, Isócrates pudo disfrutar de una excelente educación. Durante su estancia en Tesalia, Isócrates tuvo por maestro a Gorgias, cuya doctrina logró cautivarle. Cuando la fortuna de su padre comenzó a flaquear a causa de los sucesivos conflictos bélicos, Isócrates tuvo que ganarse la vida como logógrafo, es decir, escribiendo discursos judiciales para otros, algo que él negó mucho más tarde (en este aspecto existe una fuerte polémica entre las diferentes fuentes que informan sobre la vida de este maestro de retórica).

Pero escribir discursos judiciales para otros no era el mejor medio para ganar renombre como orador, algo que quedaba para los grandes discursos políticos. Sin embargo, a Isócrates le faltaba para ello voz y atrevimiento; por eso, su vocación y su excelente conocimiento de la retórica le llevaron a desarrollar un nuevo concepto de este arte, pues llegó al convencimiento de que por medio del texto escrito, destinado a la lectura o a la recitación, era posible influir sobre las opiniones del público.

Sin embargo, fundó el año 392 a. C.  una importante escuela de oratoria  que se hizo muy famosa, no sólo por la eficacia de su instrucción, sino también por el hecho (emanado de su formación socrática y platónica) de incluir en su plan de estudios la educación ética del ciudadano, en lo que se distinguió claramente de sus principales competidores, los sofistas, cuya falta de referentes éticos atacó. La finalidad de esta reforma educativa era en el fondo propiciar una regeneración política, pues Isócrates perseguía la unificación de Grecia como única forma de evitar la invasión de los persas (es la idea central de su famoso Panegírico, compuesto el año 380 a. C.). El ciclo de estudios de su escuela duraba entre tres y cuatro años y la relación que sostenía con sus estudiantes era íntima y afectuosa, en lo que ayudaba su reducido número (un máximo de nueve) para ejercer una influencia directa en cada uno y dedicar todo el tiempo posible a su formación como hombres políticos. Su propósito era recuperar el esplendor de la cultura griega impulsando por medio de la educación una nueva cultura (paideia) con la intención de reformar la ciudad-estado por medio de sus futuros líderes. Éstos, como factor multiplicador, actuarían como los guías y educadores del resto de la ciudadanía, como única forma de consolidar instituciones fuertes y políticamente tan sanas como los ciudadanos que las formaran; esta fue la semilla del posterior humanismo  occidental. En un principio, Isócrates puso sus esperanzas de regeneración en el proyecto político de Filipo II de Macedonia. Su estilo es fluido, de frase compleja y abundante en antítesis. Educó a los oradores Hipérides, Iseo y Licurgo; sus enseñanzas son también patentes en oradores posteriores como el griego Demóstenes o el romano Cicerón. Isócrates desaprobaba la filosofía platónica diciendo: "yo desapruebo la paideia llegada a nuestros días, a saber la geometría, la astronomía y la discusión de cuestiones litigiosas. La joven generación encuentra en esto un gran placer. En los ancianos nadie lo sentirá más que como algo insoportable.". Lo importante de Isócrates es la influencia que ejerció no solo en su tiempo, sino en los posteriores.

Falleció víctima de un ayuno voluntario en protesta por la pérdida de la independencia de Grecia el año 338 a.C. Se conservan de él 21 discursos y 9 cartas.

Gorgias

Orador Griego

Nació en la Magna Grecia (en Leontino, Sicilia) y si bien se establece su fecha en el 485, es un estimativo entre el 500 y el 483. Allí supuestamente fue alumno del también siciliano Empédocles. Se formó en retórica  con Kórax y Tisias, fundadores de la disciplina. Se sabe que viajó mucho durante su larga vida, trabajando en varias ciudades griegas, enseñando y practicando la retórica; finalmente se instalará en Atenas en el año 427 aC., causando gran sensación con su oratoria, como jefe de una embajada de su ciudad, por lo que fue llamado Gorgias de Leontino, a la edad de 60 años. Gorgias profesó con gran maestría la retórica, a la que consideraba como ciencia universal. Negaba ser maestro de virtud pero prometía hacer hábiles en hablar a sus discípulos. Según se cuenta, una de sus actividades cotidianas consistía en acudir a lugares públicos, donde defendía encarnizadamente una tesis relativa a una cuestión cualquiera; una vez derrotados y convencidos sus interlocutores, comenzaba a defender la tesis contraria, hasta doblegar nuevamente a quien interviniese en la disputa, y así sucesivamente se contraargumentaba una y otra vez, haciendo gala de su retórica. Fue maestro de Tucídides, Agatón, Isócrates, Critias y Alcibíades. Como retórico, Gorgias fue de los primeros en introducir la cadencia en la prosa y en utilizar lugares comunes en los argumentos. Las obras de las que nos han llegado fragmentos son: Sobre la naturaleza o sea del no ser, Elogio a Elena y Apología de Palamedes.

Según Platón  en su Gorgias seu de Rethorica, Gorgias define su arte como arte oratorio y afirma que está dispuesto a formar en tal arte a todos aquellos que quieran. Se vanagloriaba de haber contestado a cuantas cuestiones se le habían propuesto, ofreciéndose después a verificar lo argumentado. Cabe destacar que a diferencia de lo que ocurre en el diálogo Protágoras (cuyo protagonista es el también sofista Protágoras), donde sus posturas son presentadas de modo respetuosas, en el Gorgias de Platón, el sofista aparece con unas tesis muy débiles que son fácilmente rebatidas por Sócrates que lo deja en ridículo, como sin posibilidad de defender de modo alguno sus posturas. Forma parte de la primera generación de sofistas junto con Protágoras  con quien compartió el presupuesto básico de su filosofía: el relativismo  y el escepticismo. Nos movemos en el mundo de la mera opinión, siendo la verdad para cada uno de nosotros aquello que nos persuade como tal. La retórica es la técnica de la persuasión, y el sofista, el maestro de la opinión.

Murió en Tesalia, el año 380 a.C. con alrededor de 105 años.





Julio Cesar

Orador y político latino

Cayo Julio César nació en el 100 a.c., hijo de Julio César y Aurelia nació bajo uno de los apellidos más influyentes de la historia de Roma "los Julios", se creían descendentes directos de Eneas fundador del Lacio y por lo tanto descendientes mismos de la Diosa Afrodita.

Su padre perteneció al senado y su madre Aurelia una mujer de gran belleza y de fuerte personalidad independiente se convirtió en su mayor partidaria y consejera. El tío de Julio César fue Mario (casado con su tía Julia, hermana de su padre) uno de los mayores generales de la historia que luchó contra Sila en la primera guerra Civil, Cayo creció por lo tanto con las historias de su tío  viviéndolas en primera persona puesto que Mario murió cuando Cesar contaba con 14 años. Cayo creció en el barrio del Subura, uno de los más pobres de Roma, eso le permitió establecer cierta relación con la gente llana de la plebe, algo que le permitiría ganarse la aceptación de éstos y conocer en primera persona las necesidades de una Roma menos favorecida.  Cayo creció con la esperanza de llegar a ser un gran general, pero fue nombrado Flamen Dialis (equivalente a máximo sacerdote al culto de Jupiter Optimus Maximus) por orden de su tío Mario, y eso le impedía ostentar otro cargo público para la ascensión de su carrera militar.

Cayo se casó con la hija del cónsul Cinna, llamada Cornelia, con la que tuvo su única hija legítima Julia, pero cuando Sila ganó a Mario y posteriomente se enfrentó a Cinna, haciéndose dictador de Roma, avisó a Cayo que debía separarse de ésta o se vería obligado a matarle. César, que ya empezaba a despuntar por su orgullo y su "dignitas" se negó en redondo, Sila le despojó del cargo de Flamen Dialis, y temiendo por su vida y la de su familia se exilió durante un tiempo.   Al cabo del tiempo Sila le perdonó la vida y César ya despojado de su cargo de Flamen Dialis volvió a Roma para iniciar lo que tanto ansiaba, su carrera política y militar.

César había vuelto a Roma pero necesitaba prestigio y dinero para comenzar su carrera, lejos de Sila le quedaba una opción, alistarse en las filas con destino a Asia Menor, allí empezó como un simple soldado a ganarse las simpatías de las legiones, su afán de superación y su percepción de un destino que le esperaba le hacían tener una seguridad en sí mismo que contagiaba a sus compañeros, así pues, se le asignaron diversos trabajos en los que destacó de una manera muy notable, con 22 años a Julio Cesar se le asigna la primera corona laureada por su valentía y triunfo en una de las batallas . A cada trabajo más difícil, César despuntaba con una genial idea, así su superior le obligó a que consiguiera 300 naves en un plazo limitado de tiempo, César lo consiguió obligando al rey de Bitinia mediante argumentaciones. La amistad con este Rey se forjaría durantes los siguientes años, algunos malintencionadamente intentaron desprestigiar la carrera de César asegurando que las naves las entregó a cambio de un "affaire" con el propio César. No obstante lejos de esos comentarios, César consiguió su propósito. A la muerte de Sila, a César se le abrió el camino del senado en Roma, por lo que volvió para hacerse un sitio en la escalada al poder.

En el 61 a.c César es nombrado gobernador de la Hispania Ulterior, después de hacer una magnífica labor regresa a Roma después de un año. Por aquel entonces César tiene como a máximos rivales a la sección de Catón el Joven y a Bíbulo entre otros que ven en él a alguien con mucho potencial que puede hacer peligrar la república, éstos hacen intentos por derrocar su reputación y apartarlo de la política romana, pero nada sale bien, César continúa...

Durante esta época César iba escribiendo sus notas y cartas al senado explicando los éxitos de Roma, eso le procuró un respaldo mayoritario de la plebe que adoraba ante todo las hazañas de su mayor general, pero eso tenía una doble cara porque si bien la plebe estaba pletórica con sus éxitos, el senado y en concreto Pompeyo Magno, cónsul único en ese año, urdían una trampa que consistía en lo siguiente: Para ser nombrado cónsul se debía estar en Roma para solicitar el cargo, debido a que César estaba en las Galias no podía ser nombrado como tal, por lo que solicitó a Pompeyo que se le renombrara cónsul "in absentia" (en ausencia), pero lejos de hacer esto Pompeyo y  demás senadores de su simpatía firmaron una ley por la cual una vez concluyera su consulado en Marzo, debería volver a Roma despojándose de su "imperium" y sus legiones, yendo en su lugar otros gobernadores nombrados desde Roma. Esto significaba que una vez que César volviera a Roma le podrían acusar de traición o de cualquier otra causa, condenándole al exilio, esa era una manera muy "legal" de eliminarlo de la política romana.

César se casó por tercera vez y adoptó a su sobrino Octavio, ya que César no tuvo hijos legítimos varones, eso permitió que a la muerte de César se consolidase el periodo imperial que se iniciaría con la llegada de Octavio más conocido como Augusto. Los grandes discursos y reformas que promovía le valieron la enemistad del senado por intereses particulares a los que el César iba perjudicando.

Cayo Julio César a su vuelta de Egipto continuaba siendo uno de los hombres más odiados por lo que en los idus de Marzo del 44 a.C (15 de Marzo), cuando era cónsul con Marco Antonio, una fracción del senado representada por Casio y Bruto, le asesinaron a cuchilladas.








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